Desde que nacemos, los seres humanos estamos sujetos a las diferentes circunstancias que condicionarán y determinarán nuestro desarrollo a lo largo de nuestra vida. Estas circunstancias y condiciones siempre cambiantes, formarán el entorno en el que nos desenvolveremos y donde trataremos de vivir de acuerdo con nuestros deseos.
Debido a la variabilidad del medio en que vivimos, buscamos encontrar un equilibrio entre lo que deseamos y lo que hacemos. En la medida que consigamos nuestro objetivo, tendremos la sensación de éxito, esto es, que cada vez nos adaptemos mejor a nuestro entorno, conforme éste vaya cambiando. Este equilibrio entre lo cambiante dependerá de nuestro comportamiento y del tipo de situaciones a las que nos veremos enfrentados. Esto quiere decir que un comportamiento exitoso será aquel que mejor permita a la persona adaptarse. Aquellas personas que aprendan a adaptarse, desarrollarán una sensación de paz y armonía con los que los rodean en el espacio donde vivan.
Cuando el comportamiento no es exitoso, la sensación es de molestia e incomodidad que llegan a producir un fuerte desequilibrio emocional, con la forma en que vivimos, en relación con nosotros mismos y con los que nos rodean, en el ámbito familiar, laboral, social o de cualquier otra índole. Esta falta o pérdida de equilibrio nos expone a situaciones que necesitan de soluciones a las que podemos acceder por nosotros mismos o con ayuda profesional.
El objetivo de nuestra atención profesional es proporcionar un acompañamiento que permita tomar en cuenta las opciones de solución que ofrece una situación determinada con los recursos que contamos para resolverla, recobrando ese equilibrio necesario en nuestra vida.